lunes, 11 de octubre de 2010

Colores.

Colores. Amo los colores. Mi vida es colores. Siempre he dicho que el mundo es lo que queremos ver, y cuando yo veo las calles, la lluvia, el viento, el saldo de cadáveres semanal y las horribles noticias diarias, yo no veo odio, ni siento miedo... Yo veo y siento lo que quiero sentir, y eso... eso son los colores.

Dediqué mi vida a ser un artista plástico. La mayoría de mis creaciones son consideradas la ejemplificación propia de la vida, el amor, la sociedad. Eso me hace dudar... ¿Porqué mi última obra no es igual a las demás? Es mucho más bella, más colorida, más realista... No sé porque la critican tan mal...

Verán, tuve mucha suerte cuando comencé en el negocio del arte. Logré encontrar a un gran patrocinador que promocionó mis estatuas y pinturas por todo el mundo. Mis creaciones aparecían en gigantescos carteles arriba de edificios y muchas compañías usaron mi arte para promocionar sus productos. Gané mucho dinero, pero perdí contacto con la única persona que me hacía sentir realmente feliz... ¡Y es que solo Dios sabe cuán miserable soy sin mi esposa! ¡Sin ella no miro colores, solo un cuadro deprimente de lo que realmente es la sociedad! ¿De qué me servía visitar tantos lugares hermosos si no era con ella?, ¿de qué me servía la fama y la fortuna si no podía hacerla feliz? Yo no era feliz así. No lo soy, y así aún continué con mi vida. En el transcurso tuve tres maravillosos hijos, todos de mi esposa, y la verdad no tengo ni idea de sus nombres... No me había dado cuenta de lo desgraciado que era yo hasta el día hoy.

...Y eso nos lleva al porqué de mi última obra. Supongo que fue la desesperación; fui perdiendo mi fama y fortuna cuando otros artistas, mucho más jóvenes y mejor promocionados que yo, llegaron a tomar mi lugar. De repente, mis creaciones fueron perdiendo valor y estima, como si se tratara de una moda pasajera, y mi nombre fue desapareciendo en la niebla. Yo no podía permitir que todo mi esfuerzo fuera en vano, digo, perder todo lo que había construido a base de sangre, dolor e infelicidad... ¡No, no podía permitirlo! ¡Mi próxima creación debía ser perfecta, inigualable!, ¡algo que nadie más se atreviera a hacer!

Solo había una cosa para mí en este mundo que podía inspirar la perfección,  y eso era, aunque no lo parezca,  el sentimiento inmortal de amor que sentía (y aún siento) por mi amadísima compañera de vida.  Así que decidí tomar por primera vez a mi más grande musa como idea base para mi nueva obra. "Mi éxito está asegurado" pensé.  

Luego, invité a muchos amigos a mi mansión, ya saben, para celebrar mi futuro logro y despejar mi mente. Tomé algunas cosas que estaba seguro que me ayudarían a inspirarme, y sin pensarlo mucho puse manos a la obra. Quería terminar mi nueva obra lo más pronto posible. 

Cerré todas las puertas y ventanas de mi mansión. No quería ver luz natural. Fumé aproximadamente ochenta cigarrillos y no salí por tres días completos. No dejé que nada, absolutamente nada me distrajera de mi trabajo. Quería que mi obra, mi última obra, la única que realmente dedicaría a mi esposa, fuese recordada como la creación más hermosa y perfecta que ha visto este mundo, la representación más cercana al amor que pueda existir.
Al terminarla, llamé eufóricamente a mi esposa. Quise que trajera a nuestros hijos, a su madre, a sus amigos ¡Hasta a su amante si tenía alguno! Quería que todas las personas cercanas a ella vieran el maravilloso regalo que le había preparado. Ella dijo que vendría sola, dándome una excusa boba y diciendo que era mejor así... Pero no podía cuestionarla, ella siempre tiene razón.
 
La esperé en mi sillón favorito, frente a la puerta, guardando toda la euforia para cuando llegara.

Cuando al fin llegó, salí como loco a recibirla. Le dije que mi nueva creación sería la obra del año y que se la dedicaba a ella. 

Ella no se emocionó ni un poco...

La dirigí a mi estudio a toda velocidad. Caminar por el corredor jamás fue tan largo. Le pedí que se tapara los ojos, y abriendo lentamente la puerta, le grité:

“¡Ya puedes abrirlos, amor!”

Ella quedó impactada. Yo la miraba con una gigantesca sonrisa de oreja a oreja. Ella no encontró que hacer... ¡Mi obra la había dejado paralizada!
Me acerqué lentamente, y susurrando en su oído muy despacio le dije:

“Lo vez, amor. Hice una flor para ti”

Ella salió corriendo. No comprendió el amor detrás de mi obra. No pudo ver, ni por un segundo, toda la belleza, arte, esfuerzo y dedicación que tuve que emplear... ¡Sí,  lo difícil que fue matar, despedazar, conservar y usar a mis amigos como elemento ideal para mi creación!
Es una flor, ¡Una hermosa flor! ¿No pueden entenderlo? Yo no veo cadáveres, ni locura, ni crueldad... yo veo colores.    


Por Edward K. Sognatore
Próxima publicación: 15 de Octubre de 2010
 

10 comentarios:

  1. guaoooo enserio que pensé que era otro el final pero si me gusta mucho me impresionas parincipito y me gusta muchoo como se entrelazan los guiones te deseo mas éxitos salu t qm

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  2. Muy bueno Eduard, relato muy bien cerrado y con un final perfecto. Te felicito, sinceramente me gustó mucho y la imagen del final maravillosa. Un abrazo-Graciela boticaria :-)

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  3. Muchas gracias a las dos por leerlo, es un gran honor para mí que les haya gustado tanto ^___^

    Saludos =D

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  4. Pues... por la percepción de colores que explica el personaje al principio, y por el género que suele tener tus historias, me parecia muy obvio el tipo de final que tendría... -_-. De todas formas me gusta como lo narras.

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  5. xD

    Lo tendré muy en cuenta, ya me he equivocado muchas veces en esto .__.

    ¡Un saludo!

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  6. Me gusta ese final de flores sangrantes, locura y desconcierto.

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  7. el esfuerzo de un artista es recompensado con aplausos . Un fuerte aplauso para ti .

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  8. Excelente, me fascina como escribes... sigue así y como dices en tu relato tú exito está asegurado...

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  9. Pues la verdad es que me ha gustado mucho tu relato con ese final espeluznante. Buen relato de terror.

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