miércoles, 31 de octubre de 2012

El primer final.


Sumergido en un lecho de sustancias nocivas
Nostalgias reactivas afectan mi mente
Por la digestión y gran somnolencia
De un descanso sin fin y todos sus momentos.

…¿Qué es la verdad?…
…¿Cual es mi verdad?...

Y aunque sé que la vida no es más que un momento
Encontrar lo que busco es un rasgo inconsciente
De un R.E.M. subalterno.

“No hay ninguna verdad”
“No existe una sola verdad”

[…]

…Y si llego a dormir
Por lo que pude exigir
No sé al despertar
Si aún estarás aquí…

[…]

Delirios comandan mis sueños por dentro
Jurando en vano por otros momentos
Utopías que implican escapes siniestros
Que en tiempos más vivos gritaban al tiempo
“Quiero dormir, aun que sea un momento”

[…]

…Pero sé que al final
No me vas a escuchar
Y te vas a asustar
Abandonando mi lado por inseguridad…
Más no sabes que yo
Nunca seré capaz
De salir buscar
Un momento para descansar…

[…]

Visiones pasadas que pintan paredes
Y psicóticos extraños que evitan mi muerte
Apuestan mi alma y pierden la jugada
Y ahora dependo de un millón de momentos
Que viven en conformidad con los recuerdos
De personas pasadas que aún dicen “Lo siento”…

[…]

…¿Y qué me puedes decir
Si no sabes mentir,
Para hacerme creer,
Que la vida es así?...
…Porque sé que al final
Tú me vas a olvidar
Y mi memoria será
Considerada un gran mal…

[…]

Siempre en vigilia de un ser descompuesto
Aburrido de cuidar su alma y su cuerpo
Esfumaré una vida por estos momentos,
Dejando el vacío para liberar
La oportunidad que buscas para regresar
Al pasado que anhelaste en un nunca jamás
Y así sumergirme en todos los colores
Encontrando lo que busco en todos los lamentos
De todos mis sueños y este millón de momentos…

“No existe la verdad”
“No existe una sola verdad”



[…]

...Y sé que al final
Yo fallé y perdí,
Y condeno mi alma con lo que pude exigir,
Por qué no sé distinguir
Entre dormir o morir
Y la opción más profana me dispongo a seguir...

…Dormiré en mis adentros una vez más
Para asegurarme de no despertar
Y así en vano poder ignorar
El dolor que provoco con este final...
Por qué no sé distinguir
Entre dormir o seguir
Y la opción más insana me dispongo a seguir...

[...]

“¿Es esta la verdad?”
“No existe verdad”
“¿Es este el final…?”
“…”


domingo, 21 de octubre de 2012

Princesa espacial.




Cuando las estrellas no brillan y la luna descansa, puedes observarlos flotar... 

Un niño  confiado y muy despistado, que en algún momento dijo con demasiada seguridad, “Mira hacia el cielo, Saturno será nuestro nuevo hogar”, y también una pequeña niña, una hermosa princesita que en aquel momento solo afirmó con su hermosa sonrisa “Sí, Saturno será nuestro nuevo hogar por siempre y hasta la eternidad”...

Ambos se aventuraron, viajando de la mano, a llegar a aquel hermoso lugar; pero antes de encontrar su destino, un meteorito los desvió del camino, enviándolo a él hasta la Gran Nube de Magallanes, y a ella hasta la gran estrella de Aldebarán.

Ahora, ambos vuelan solitarios en el infinito de la nada y por todo el espacio exterior; la princesa, inmersa en un hermosísimo sueño, y el niño, agarrado de una pequeña camilla de metal, la busca por los lugares más recónditos del azar.

Ella ignora que siempre está al lado contrario del aquel niño desorientado que la busca con tanta ansiedad, y los ojos de aquel muchacho ya se encuentran desorbitados, viscos y separados por tanto volar... y es que volar, volar y volar por la infinidad del espacio lo han hecho olvidar en donde estaba su hogar.

Sin embargo, el pobre muchacho jamás cierra sus ojos para dedicarse a soñar. No quiere dormir, no quiere imaginar, no quiere delirar nunca más; hace sus manos temblar, de arriba abajo, de izquierda a derecha sin poder parar, porque sabe que si llega a descansar, en sus sueños no encontrará ese hogar que tanto desea formar, a la princesa que tanto ama y todas las demás cosas que sin ella nunca jamás tendrá.  

Ahora mismo puedes verlos a ambos, el muchacho viaja por el cielo, buscándola, llegando a una estrella y perdiéndose en la profundidad de un espiral, y ella apareciendo, justo al lado contrario de donde él está. Tal vez ambos lleguen a otro mundo, tal vez ambos se vuelvan a ver. Su destino depende de la cantidad de espirales a las que puedan entrar, porque nadie quita la posibilidad que en algún momento, ambos se lleguen a encontrar una vez más...

Ahora escucha con atención el secreto detrás de esta narración. Si tu alma es bondadosa y quieres ayudar al muchacho a encontrar su amada, debes dormirte temprano y pensar cosas buenas antes de descansar. Porque cuando sueñas el bien y deseas lo mejor a otras personas, tus mente forma un espiral en el espacio... un espiral que algún día guiará al muchacho a encontrar a su princesa espacial. 

jueves, 11 de octubre de 2012

La musa.




¡No estaba delirando, lo juro! Vi a la mujer perfecta, sí… Ella estaba ahí, en el horizonte, parada sobre el mar mientras miraba con ojos dulces a la luna. 

Juro que era hermosa, justo como me imaginé que una mujer tendría que ser. Intenté acercarme sin importar los peligros del océano e ignorando la oscuridad; pero me fue imposible acercarme a ella lo suficiente, no podía caminar sobre el agua como ella… 

Pero soy imbatible, intransigente me describiría mejor… Encontré la manera de acercarme como pude, aunque tuviese que nadar en esa pequeña balsa y que sintiera que poco a poco me estaba ahogando. 

Logré acercarme, y estuve como a un metro de distancia. Pude ver su rostro, su cabello, sus ojos… ¡Ella había sido creada por algo superior a todo! No podía creerlo, era un verdadero ángel…

Intenté alargar mi mano para alcanzarla, quería al menos tocar sus dedos… Pero un rayo de luna me lo impidió. Tal vez no me correspondía tal honor o simplemente era algo no correspondía suceder en ese momento; pero fuese lo que fuese, el mar se vino contra mí y me lazó hasta el fondo, ahogándome en la infinidad de su agua salada, escondiéndome en la profundidad del océano. La noche se volvió más oscura, fría, y las estrellas empezaron a caer…

¡Juro que no estaba alucinando! Así fue como tú me encontraste, ¿recuerdas? Desmayado en la orilla del mar, en un lugar desconocido, mientras el sol me quemaba la piel y mis pulmones se esforzaban por sacar toda esa agua…

Y si me preguntas por ese ser celestial, sí, aún veo a esa mujer. Es preciosa, ¡es perfecta!, dirige su mirada hacia mí y dice “¡Ven!”, pero ya no puedo hacerlo. Estoy muy lejos del horizonte, y sé muy bien que caminar ese tramo ya no me corresponde.

Ella es la razón de mi inspiración ¿sabes?, ella es y siempre será mi única musa.

Ella es y siempre será mi única musa. 

lunes, 1 de octubre de 2012

Hambre.



Maldición. Sí, y muchas veces maldigo a mi estúpida cabeza y a mi estúpido estomago. ¿Porqué - díganme si es que pueden- por qué diablos no pude controlarme?, ¿acaso no tengo conciencia?, ¿acaso no soy humano?, ¿acaso no corre sangre humana por mis venas?...

Tengo que confesarlo, estaba muy hambriento. No había comido nada en días, ¡nada!, ¡y nadie se molestaba en darme algo!, ¡nadie se molestaba en mostrarme piedad mientras mis entrañas se retorcían del dolor!, pero por favor, no tomen esto como una pretexto para excusar esta atrocidad, esta aberración contra la naturaleza y los principios básicos de moral. No, no merezco el perdón de nadie.

Caminaba errante aquella noche fría de octubre. Mis manos temblaban. Mis piernas ya no podían sostenerme. Mis ojos, segados por corrupción y oscuridad me llevaron hacia aquella humilde ventana. ¿Porqué la dejaría abierta?, ¿acaso aquella inocente criatura no sabía que en el mundo existen locos como yo?... Entré sigilosamente, sin que ningún ruido pudiese alarmar a mi víctima. Ella no se imaginaba lo que estaba a punto de hacerle.

Tomé mi tiempo en aquella casa. Busqué y busqué, pero no encontré comida. Tenedores, cuchillos, condimentos y leche era lo único que encontraba. Pero beber leche no sació mi hambre. ¡Carne!, ¡eso era lo que quería!, no me importaba si estaba cruda o cocida, ¡yo quería carne!, pero desgraciadamente no había siquiera un vegetal echado a perder. Leí las anotaciones pegadas en el refrigerador, "ir al mercado mañana" decía con letra bellísima. Pensé que sería mejor volver el siguiente día, pero, ¿Qué posibilidad había que aquella mujer dejase la ventana abierta de nuevo?... La idea de esperar me pareció absurda.

Entonces la vi, tranquilamente acostada en su lecho, en un profundo sueño del cual parecía que jamás despertaría. Su cara era hermosa. Su cuerpo era único. Su cabello largo y cenizo tapaba perfectamente parte de la desnudes en la que se encontraba. Realmente digo, si un hombre pudiese imaginar la belleza en una mujer, sería con seguridad la imagen de aquella diosa. Pero eso no me interesó. Me acerqué como una serpiente a su cama. La miré babeante y con una cara digna de un enfermo demonio. Me seguí acercando hasta estar frente a su humilde cama. Me acerqué con mucho cuidado a sus hermosas piernas desnudas, tocando su muslo cariñosamente con mis sucias manos y pasando mi asquerosa lengua en su pierna. Su ternura era cautivadora, ¡realmente estoy tocando la perfección! me dije para sí. Pero entre más me acercaba a su rostro y entre más probaba la dulzura de su piel, un fuerte sentimiento de culpabilidad me estaba atacando. No, no sería yo quien quitara la inocencia y castidad de aquella incomparable doncella, y aunque mi propósito inicial era mucho más atroz, razoné muy bien mis acciones y decidí alejarme de la tentación. Hasta yo, que soy peor que un animal carroñero sabía que debía detenerme. Por lo cual, con mucho cuidado me bajé de la cama. Me senté a un lado y en silencio me puse a llorar. ¿En que me ha convertido esta sociedad corrupta?, ¿porqué se me pudo pasar por la cabeza comerme aquel ser tan inocente?, no podía parar de atormentarme.

En mis lamentos estaba yo cuando escuche pasos. ¡Alguien había entrado a la casa!, pero sus intentos para no ser escuchado eran torpes y descuidados. Desde el principio escuché como forzó la puerta. Desde que entró escuche sus pasos y desde que votó un objeto de vidrio me aseguré de su estúpida presencia. La chica, al escuchar aquello, despertó de su profundo sueño y rápidamente encendió la luz de la habitación. Por extraño que parezca no notó mi presencia, pero mi propia ineptitud hizo que su miedo aumentara considerablemente… así es, había olvidado cerrar la puerta de su habitación.

La tenue luz que traspasaba la puerta iluminó su humilde morada, reflejando a otro ser más bestial y descarado de lo que yo he llegado a ser. Su cara pálida asustaba. El enorme cuchillo en sus manos intimidaba. Su presencia me repugnaba.
La chica, que al parecer conocía a este personaje, preguntó con horrorizada:

-  Manuel... ¿Qué haces aquí?

-  Yo... ¡yo te amo!, ¡siempre te he amado y tú lo sabes!

-  Manuel... ya hablamos esto muchas veces...

-  ¡Cállate!, tú eres mi desgracia, ¡por tu culpa me he vuelto loco!

-  Cálmate, Manuel, por favor. Baja ese cuchillo...

-  No, esta vez no será como tú dices. ¡O eres mía no eres de nadie!

La chica gritó horrorizada. El tipo, al ver que obviamente no tenía control de la situación, corrió hacia ella con claras intenciones de matarla. Yo, más que horrorizado, estaba indignado por aquel hombre. Sentía más odio que miedo, y por eso no pude evitar intervenir. La pobre chica había logrado tomar las manos del homicida, pero el tipo dominaba a la frágil mujer y la logró arrojar a la cama. Se posicionó encima de su desnudes con su incomparable expresión de degenerado y puso el cuchillo en su garganta, presionando fuertemente e intentando besarla. No puede soportarlo más, no, ¡no podía!

Fue ahí fue cuando mi furia le dio energía a mi débil cuerpo y con mis hombros logré quitarle al hombre de encima. Ella me miró con gran horror al ver que un desconocido estaba en escondido en su casa, pero se sintió segura al ver que la estaba salvando, y que mi deplorable físico era más fuerte que el de aquel gorila. El tipo cayó al suelo fuertemente, golpeándose la cabeza y quedando inconsciente. La chica estaba paralizada, pero cuando le grité que buscara ayuda reaccionó rápidamente y cubrió su hermosa desnudes para salir a buscar socorro. En esos minutos yo golpeaba con todas mis fuerzas al tipo. Me dolían las manos, pero aun así continuaba golpeándolo. Incluso llegué a deformar su cara, pero continué. Al cabo de unos minutos, la habitación estaba cubierta de sangre y el tipo había quedado irreconocible.

Probé su sangre. Luego probé uno de sus ojos. Descubrí que el hambre feroz y bestial había regresado, y que la chica se tardaba demasiado en regresar. Mi ansiedad se había vuelto incontrolable, y al ver la inminente oportunidad, procedí a consumir.
No pregunten como lo hice, pero devoré todo lo que me pareció comestible de su craneo y pecho. El cuchillo que usaría para sellar su obsesión sirvió para que yo pudiera obtener resultados más satisfactorios. Cuando la ayuda llegó, yo ya no estaba, y la mayor parte del cadáver la llevaba en mi estomago…

Me sentí bastante mal, ya que su corazón aun latía mientras lo devoraba y sus gritos silenciosos de dolor era algo difícil de ignorar, pero quedé tan satisfecho que pude durar semanas más sin comer. Como había dicho antes, lo que he hecho es atroz. ¡No puedo creerlo!, ¿Cómo pude comerme a un humano?, ¿Cómo pude hacerlo?... ¡maldición!, ¡no me hace bestia haberlo matado!, ¡tampoco me hace animal haberlo comido!... Lo que realmente me hace inhumano, es haberlo hecho y no estar arrepentido.

Nota del autor:
Este cuento lo escribí cuando tenía trece años.
¿Qué tan malo puede ser eso?