viernes, 5 de noviembre de 2010

Al final...



El autor escucha una canción, escrita por él mismo, sonando levemente en el celular de una enfermera cercana a su habitación.

Sé que nunca fui una mala persona.
Pero también sé que nada fue suficiente para mí.
Me doy cuenta que lo que buscaba nunca lo encontré
Y sin embargo siempre había estado aquí.

El autor se retuerce un poco y sonríe.

Mi hora ya llegó
Y no hay lugar para lamentos.
Escucho un llamado celestial
Mientras veo a todas las almas levantase.
La mía se queda aquí abajo,
Con los otros que sí fueron malvados
Y aunque nunca fui una mala persona,
Nunca fui bueno en mi vida.
Jamás hice nada por nadie,
Jamás hice algo por alguien…

La canción se detiene y el silencio se vuelve a apoderar de la habitación. El autor deja de sonreír instantáneamente, deja de retorcerse y cierra los ojos con desconsuelo. Pasan más de tres horas antes de que se vuelva a escuchar algún tipo de sonido, y cuando el autor menos lo espera, otra canción de su autoría se vuelve a escuchar en el pasillo, pero más lejana a su habitación.

Con mente privilegiada
E Imaginación omnipotente.
Inventando diez universos
Ricos en artes.
Conoce el mundo
Desde su misma esencia,
El cielo, el infierno
Y lo que esté en el centro.
Jamás superado,
Sus rivales lo odian,
Golpean sus cabezas
En lamentos y llantos.

El autor se retuerce, sonriendo con gran felicidad. Trata de imaginar vívidamente la letra de la canción y todo lo que gira alrededor de ella. Luego, intenta de mover sus brazos para variar un poco, pero la camisa de fuerza no se lo permite. La canción continúa sonando y comienza su coro.

Y cuando muera, ¿Cómo será?
¿Morirá sobre el pecho de su amor verdadero?
¿En el lecho de un país distante?
¿O será su suicidio la mayor obra de arte?

El autor se deja de mover, y mientras aún sonríe, suspira con gusto.

Sus palabras se escuchan
Por  todos los tiempos.
Un sabio discreto
Un ser imperfecto.
Jamás derramó una lágrima
Por algo o por alguien.
Sin miedo a la muerte o miedo al sistema,
Solo un horror lo persiguió por toda la vida
Un ser inmaculado,
Al menos en su mente.

El corazón del autor empieza a latir con fuerza. Ya no puede pensar claramente, y sus respiros se vuelven más lentos y profundos.

Y cuando muera, ¿Cómo será?
¿Morirá sobre el pecho de su amor verdadero?
¿En el lecho de un país distante?
¿O será un suicidio su mayor obra de arte?
Millones lo conocen,
Jamás fue olvidado.
Legiones de almas
Llorando su muerte.
Odiado por muchos
Amado por muchos más
Todos muestran desconsuelo
En aquel chocante final.

El autor siente un gran dolor en el pecho. Su corazón late demasiado rápido. Siente como la sangre corre por su nariz, boca y sus orejas. Trata de levantarse, gritando con fuerza, pero como su cuerpo está amarrado a la camilla y sus ataques de histeria son habituales, nadie atiende sus gritos. La canción continua.

Y cuando muera, ¿Cómo será?
¿Morirá sobre el pecho de su amor verdadero?
¿En el lecho de un país distante?
¿O será un suicidio su mayor obra de arte?
Colores brillantes
Y extrañas obras de artes
Despedirán su alma
Al final de sus días.
Un ser muy brillante,
Odioso y vacío.
Escribirán en su lapida
Al final de sus días…

El corazón del autor deja de latir. Otra enfermera, que abre la puerta de aquella habitación para llevarle el medicamento, descubre el cuerpo desangrado y sin vida de aquel viejo loco que todos apodaban “el autor” por haber sido poeta y cantautor en su juventud, o bueno, cuando aún estaba cuerdo. La enfermera tira la bandeja con la medicina por causa del horror y llama al doctor del manicomio. El doctor, despreocupado, ordena que saquen el cuerpo y lo pongan en el crematorio. Las cenizas seguramente serían dejadas ahí, ya que no había nadie a quien le importase lo que pasara con el viejo autor. Nadie lo había visitado por más de quince años, su fama se había disipado, y el manicomio lo mantenía ahí por pura caridad. Pero antes de todo, antes de que la otra enfermera abriera la puerta de esa habitación, exactamente cuando al autor se le paraba el corazón, la canción terminaba con estas palabras.

¿Moría sobre el pecho de su amor verdadero,
En el lecho de un país distante
O un suicidio fue su mayor obra de arte
Al final de sus días?
Al final de sus días.

3 comentarios:

  1. Recuerdo cuando lei este cuento por primera vez, creo me lo mandaste, de alguna forma lo habras encontrado :D. Paso para dejarte saludos, la ultima vez me lo pediste y no lo recorde xD Tendrias que postear alguno en U.P estamos con muchas visitas!

    Un saludo camarada, siguo leyendote :)

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  2. Hola Eduardo, me gustó, está muy buena la historia. Muy buen cierr, un placer leerte :-)

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  3. Pues este cuento estuvo mucho mejor, me gusta la canción que escucha el autor ^^.

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